lunes, 12 de noviembre de 2007

Texto de Expresión Escrita

Un día en cuatro patas
Hoy en la mañana me levanté y me di cuenta que me había convertido en perrita. Al intentar apagar el despertador con mi nueva pata no alcancé y, con el susto de ver una pata donde debería estar mi mano, me caí de la cama. Aullé y desperté a mi marido muy confundido, ¿Quién era este perro? ¿y donde estaba yo?

Entre ladrar y saltarle en cima, logré que mirara la hora y entendiera que había que despertar a las niñas. Aún admirado con esta perrita que le traía la ropa, los zapatos y el peine, ayudándole a vestir mis soñolientas princesas. “¿Dónde está Mamá?” Preguntaban a un Papá que no tenía respuestas.” ¡Que linda perrita! ¿La podemos llevar al colegio? Todos los niños han llevado su mascota ¿podemos, podemos? “Ahí me di cuenta que yo también saltaba pidiendo ir con ellas.

Me pusieron un collar improvisado, me recomendaron y avisaron “¡Compórtate bien!” y entré en el furgón con mis hijas. A mitad del camino ya estaba cambiando de ideas, me apretaban en sus brazos, discutían una con la otra a quien le tocaba llevarme y la niña del lado me tiraba de las orejas…pero, ¡me pude comer una galleta de chocolate que encontré debajo del asiento!

Llegamos. Que distinto no darle las manos e ir de la correa…desviarme de los zapatos de todos los niños y ver el piso mucho más cerca de mi cara… ¿o debería decir hocico?

Tiago había llamado avisando de la nueva mascota y las maestras ya se habían puesto de acuerdo, mitad del día en cada sala.

Me sentaron en el rincón de muñecas en la sala de Layli. Los preescolares me besaban, me intentaban vestir de muñeca, me peinaron…conseguí escapar pero unas manos grandes amablemente me socorrieron y me colocaron en la jaula de las mascotas. Uff, que alivio, mis ojos se cerraron y dormí un poco.

Al despertar pude ver a Layli jugando con masa, ayudando a sus compañeros a dibujar y repartiendo la colación. Me alegré ver que decía “por favor” y “gracias” a los demás. Y me espanté de lo bien que usaba el computador de su sala. Y en esa contemplación estaba yo cuando de repente suena la campana, me sacan de la jaula y todos empiezan a gritarme queriendo jugar conmigo.

Trato de escaparme, busco la profesora, salimos al patio…todos los niños están ahí. Parece pesadilla: me tocan, me tratan de tomar en brazos, “socorro” grito y sale un “auff, auff” de mi.
Veo a Maryam, corro perseguida por todos los pequeños, salto a sus brazos, “socorro” le digo con los ojos.

Maryam me abraza y dice a Layli que ahora le toca tenerme en su clase. Me lleva en brazos del patio, suspiro profundo. Me da una galleta y entramos a su sala. Me coloca en el espacio de las mascotas y me duermo profundo para despertar al sonido de la voz de Maryam deletreando las palabras de un cuento: “Hoy desperté y me di cuenta que me había convertido en perrita…”“Mamá, mamá mira ya sé leer, ¿te leo de nuevo el cuento? Mamá, mamá, “ya po” despierta, ¿escuchaste el cuento?

Vanda Vieira – Septiembre 2007

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